Anaya Arenzana Mariana
Movilidad cotidiana e Inmovilidad:
la Ciudad de México desde sus trayectos automovilísticos
Primer reporte de campo desde la Ciudad de México
Abril-Mayo 2010
Movilidad cotidiana e Inmovilidad:
la Ciudad de México desde sus trayectos automovilísticos
Primer reporte de campo desde la Ciudad de México
Abril-Mayo 2010
Resumen
La ciudad de México es una de las más grandes del mundo y cuenta aproximadamente con 20 millones de habitantes que por distintos medios se desplazan todos los días hacia sus escuelas, trabajos y otras obligaciones y actividades cotidianas. De manera paralela, se viven grandes transformaciones en la ciudad, en su gente, sus calles, avenidas, plazas públicas, centros comerciales, casas residenciales, etcétera. Dada la extensión de la ciudad (1,479 kilómetros cuadrados) y el acelerado crecimiento de su población, sus dirigentes han intentado construir avenidas que faciliten la afluencia vehicular, han ampliado las líneas del metro e incrementado el número y variedad de transportes públicos. Sin embargo, el crecimiento continuo de la flota vehicular, así como la deficiente planeación urbana, no han alcanzado a dar respuesta a una necesidad de tránsito eficiente teniendo como resultado que esta ciudad sea cada vez más difícil de circular con fluidez provocando de esta manera que los embotellamientos y las largas horas en el automóvil sean parte de la realidad cotidiana de sus habitantes.
Este estudio tiene como propósito conocer y analizar la forma en que viven los ciudadanos los tiempos que invierten para desplazarse diariamente a sus actividades cotidianas, así como observar sus relaciones con en el espacio público, con otros conductores y ciudadanos para comprender cómo un objeto que fue creado en su origen para agilizar y facilitar las actividades del ser humano, en la actualidad genera una inmovilidad entre los ciudadanos con respecto al espacio-tiempo propiciada por el crecimiento desmedido de la ciudad. Se buscará analizar la relación entre movilidad-inmovilidad en el espacio vivido en el automóvil, es decir, en referencia al tiempo transcurrido en los embotellamientos en las grandes arterias de la ciudad de México y las relaciones sociales y actividades individuales desarrolladas en esos momentos.
Acceso al terreno
A pesar de que la llegada a la ciudad de México estaba prevista para el día 16 de abril pude viajar hasta el 21 del mismo en razón de la cancelación de vuelos en Europa por la erupción de un volcán en Islandia que tuvo como consecuencia una enorme nube de cenizas que no permitía volar a los aviones. Esto retrasó un poco el trabajo de campo pues anteriormente había pensado en un esquema de 8 semanas para el mismo, sin embargo, este plan ha sufrido múltiples adaptaciones y reajustes naturales una vez adentrados en el terreno.
El plan de trabajo inicial consistía en visitas de dos horas por semana a cada lugar elegido de tránsito cambiando los horarios para encontrar distintos flujos de automovilistas y por lo tanto distintos actores. Se trata de una observación etnográfica en la que se busca indagar sobre las conductas de los automovilistas mientras esperan en el tránsito. La segunda parte del programa de trabajo consiste en la aplicación de cuestionarios a los vendedores ambulantes y a peatones que se encuentran de manera cotidiana en estos cruces. Así mismo, se entrevistará a automovilistas en tiempos de reposo que puedan platicar sobre sus propias experiencias en el tráfico. También se buscará, platicar con distintos tipos de conductores mientras se atraviesa la ciudad, es decir, realizar una crónica o una plática con choferes de taxis, de camiones, etc., mientras nos encontramos en algún embotellamiento. Finalmente, se buscará acceder a distintos archivos que lleven registro de la situación vial de la ciudad, así como a investigadores que hayan trabajado sobre el tema.
Al llegar al terreno el primer cambio que hubo fue en relación a una de las avenidas seleccionadas con anterioridad. En principio se habían elegido las siguientes calles: Eje Central Lázaro Cárdenas en el cruce con Av. Madero (Centro histórico de la ciudad), Insurgentes a la altura de su glorieta, en el crucero con la calle de Puebla (zona de gran afluencia por la proliferación de oficinas y comercios), y Periférico en el cruce con Reforma. Esta último punto cambió en razón a que se trata de un vía de alta velocidad en la que no se detienen los automovilistas además de que resultaría muy peligroso para el observador realizar el trabajo de campo. De esta manera, se buscaron otras avenidas que cumplieran con las características de interés para la investigación: que presenten una alta afluencia de automóviles a determinadas horas pico; que sea de alguna manera representativa para la movilidad en la ciudad, es decir, que comunique amplios tramos de la misma; que cuente con comercio informal en el cruce elegido.
Finalmente se eligió al sur de la ciudad, la avenida División del norte en el cruce con Miguel Ángel de Quevedo. Ambas vías presentan una alta concentración automovilística sobre todo en la mañana y en la noche. La avenida División del norte cruza desde el sur de la ciudad hasta llagar a Insurgentes norte y es usada en ocasiones como vía alterna a Tlalpan, otra de las avenidas (vía rápida) más importantes de la ciudad.
Uno de los primeros resultados que me sorprendieron fue el no encontrar tanto comercio informal en los cruces elegidos como se esperaba. Desde que realizo mis estudios de maestría en la EHESS resido en París y por lo tanto no había sido completamente testigo de las transformaciones del Distrito Federal en los últimos dos años. Tenía consciencia de que el actual gobierno de la ciudad había implementado operativos para remover a los vendedores ambulantes de las calles, pero francamente no esperaba que funcionara pues este comercio es de suma importancia a lo largo del país. De esta manera, al llegar a mi primer cruce, el Eje Central y Madero, fue alta mi sorpresa al descubrirla libre de vendedores entre los automóviles. Sin embargo, algunos pocos se encuentran aún en las banquetas que ladean estas avenidas. Lo mismo ocurrió en la glorieta de Insurgentes, aunque en esta zona hay una mayor proliferación de puestos de comida en las banquetas. Otro elemento en común de estas avenidas ha sido encontrar frecuentemente policías de tránsito que buscan agilizar la vialidad.
La importancia de los vendedores ambulantes proviene de distintos ámbitos. Por un lado son testigos de lo que acontece en las calles día a día. Por otro, ellos también propician el entorpecimiento de la circulación al ser distractores de los automovilistas quienes se detienen a comprar los productos y por lo tanto no avanzan con la misma fluidez y atención. Finalmente porque ellos mismos forman parte del escenario urbano cotidiano e interactúan con los automovilistas, recorren las avenidas y hacen de estas su sustento económico y de supervivencia. Es importante destacar que dentro de los vendedores ambulantes estoy considerando también a las personas que piden limosnas, que limpian los parabrisas de los coches o que realizan malabares o cualquier tipo de espectáculo a cambio de dinero.
Este primer mes ha sido principalmente para la ubicación dentro del espacio observado. Sobre todo, se ha tratado del trabajo etnográfico y de la adaptación a las circunstancias no previstas. Se trazó un mapa ubicando los principales establecimientos, el tiempo de duración de los semáforos, los carriles destinados a los automovilistas y los destinados al transporte público, los principales productos ofrecidos entre los automóviles y a los costados de las calles, los actores encontrados, entre otros elementos. Se ha llevado un registro fotográfico a cada visita que ha ayudado a capturar algunos elementos que han escapado al cuaderno de notas. En cada visita se ha anotado las características básicas, como hora, estado de la circulación (fluidez de las avenidas), clima, factores que pudieran afectar el tránsito (como puentes vacacionales), entre otras características. Así mismo, se ha buscado tener un primer acercamiento con los actores de los cruces, como policías de tránsito, vendedores ambulantes y peatones. Este acercamiento es de suma importancia pues en el segundo periodo de investigación, que se está llevando a cabo en este momento, se implementarán los cuestionarios y las entrevistas, así que la confianza de los actores en mi será de relevancia para obtener respuestas más honestas y pensadas.
Cabe señalar mi formación es en el campo de la Sociología y el trabajo etnográfico se encuentra con mayor frecuencia dentro de la Antropología. De cualquier manera, he buscado apoyar este proceso con lecturas que me orienten dentro de este ámbito, por lo que puedo señalar que uno de los primeros retos del observador es la interacción con el terreno. El pasar desapercibido es casi imposible y esto presenta ciertas ventajas pero también retos, sobre todo porque puedo percibir cierta desconfianza de los policías de tránsito quienes supongo temen ser juzgados por el desempeño de sus labores. Por otro lado ha habido gente que saluda a la cámara, que se acerca a mí para preguntarme lo que estoy haciendo y para platicarme sus propias experiencias sobre el tráfico y otros que simplemente huyen en cuanto ven que pueden ser fotografiados.
Considero que otra de las etapas naturales dentro del terreno es el replanteamiento de los objetivos y metas de la investigación. Antes de acceder al terreno se había propuesto dentro de las hipótesis que las actividades de los automovilistas han cambiado en el transcurso de los años, en razón de los cada vez más largos periodos de espera en los embotellamientos. Sin embargo, he de decir que la mayoría de los comportamientos que hasta ahora he encontrado los he observado desde hace varios años, como gritos entre automovilistas, uso desmedido del claxon, uso de teléfono celular, el consumo de alimentos y bebidas, entre otros. Sin embargo, valdrá la pena comparar los resultados al aplicar los cuestionarios y entrevistas, pues hay gente que ha sido conductora desde hace mucho más tiempo que yo o que es testigo permanente de esta realidad. Por otro lado, es cierto que las actividades van variando dependiendo de la hora del día. Por ejemplo, la venta y lectura de periódicos es mucho más frecuente en las mañanas que en las tardes, pues para este momento solemos ya estar informados de las noticias diarias.
Dadas las circunstancias no previstas como la falta de vendedores ambulantes en dos de los puntos de observación, he decidido ampliar la población de estudio y aplicar los cuestionarios a otros actores encontrados ahí, como a los policías de tránsito.
Considero que cualquier trabajo de investigación sufre adaptaciones una vez entrados en el, pues evidentemente la teoría se enfrenta a la práctica y aquello que se pensaba que sucedería no necesariamente ocurre. De esta manera, tomé dos decisiones para ampliar el rango de mi investigación. La primera es registrar otros embotellamientos que encuentre en el transcurso a mis actividades cotidianas, con el fin de comparar, contrastar y aprovechar otros puntos caóticos de la ciudad. La segunda será el abrir un blog o correo electrónico en el que los automovilistas y/o viajeros de esta ciudad puedan platicar sus propias experiencias del tráfico en la ciudad.
La ciudad de México es una de las más grandes del mundo y cuenta aproximadamente con 20 millones de habitantes que por distintos medios se desplazan todos los días hacia sus escuelas, trabajos y otras obligaciones y actividades cotidianas. De manera paralela, se viven grandes transformaciones en la ciudad, en su gente, sus calles, avenidas, plazas públicas, centros comerciales, casas residenciales, etcétera. Dada la extensión de la ciudad (1,479 kilómetros cuadrados) y el acelerado crecimiento de su población, sus dirigentes han intentado construir avenidas que faciliten la afluencia vehicular, han ampliado las líneas del metro e incrementado el número y variedad de transportes públicos. Sin embargo, el crecimiento continuo de la flota vehicular, así como la deficiente planeación urbana, no han alcanzado a dar respuesta a una necesidad de tránsito eficiente teniendo como resultado que esta ciudad sea cada vez más difícil de circular con fluidez provocando de esta manera que los embotellamientos y las largas horas en el automóvil sean parte de la realidad cotidiana de sus habitantes.
Este estudio tiene como propósito conocer y analizar la forma en que viven los ciudadanos los tiempos que invierten para desplazarse diariamente a sus actividades cotidianas, así como observar sus relaciones con en el espacio público, con otros conductores y ciudadanos para comprender cómo un objeto que fue creado en su origen para agilizar y facilitar las actividades del ser humano, en la actualidad genera una inmovilidad entre los ciudadanos con respecto al espacio-tiempo propiciada por el crecimiento desmedido de la ciudad. Se buscará analizar la relación entre movilidad-inmovilidad en el espacio vivido en el automóvil, es decir, en referencia al tiempo transcurrido en los embotellamientos en las grandes arterias de la ciudad de México y las relaciones sociales y actividades individuales desarrolladas en esos momentos.
Acceso al terreno
A pesar de que la llegada a la ciudad de México estaba prevista para el día 16 de abril pude viajar hasta el 21 del mismo en razón de la cancelación de vuelos en Europa por la erupción de un volcán en Islandia que tuvo como consecuencia una enorme nube de cenizas que no permitía volar a los aviones. Esto retrasó un poco el trabajo de campo pues anteriormente había pensado en un esquema de 8 semanas para el mismo, sin embargo, este plan ha sufrido múltiples adaptaciones y reajustes naturales una vez adentrados en el terreno.
El plan de trabajo inicial consistía en visitas de dos horas por semana a cada lugar elegido de tránsito cambiando los horarios para encontrar distintos flujos de automovilistas y por lo tanto distintos actores. Se trata de una observación etnográfica en la que se busca indagar sobre las conductas de los automovilistas mientras esperan en el tránsito. La segunda parte del programa de trabajo consiste en la aplicación de cuestionarios a los vendedores ambulantes y a peatones que se encuentran de manera cotidiana en estos cruces. Así mismo, se entrevistará a automovilistas en tiempos de reposo que puedan platicar sobre sus propias experiencias en el tráfico. También se buscará, platicar con distintos tipos de conductores mientras se atraviesa la ciudad, es decir, realizar una crónica o una plática con choferes de taxis, de camiones, etc., mientras nos encontramos en algún embotellamiento. Finalmente, se buscará acceder a distintos archivos que lleven registro de la situación vial de la ciudad, así como a investigadores que hayan trabajado sobre el tema.
Al llegar al terreno el primer cambio que hubo fue en relación a una de las avenidas seleccionadas con anterioridad. En principio se habían elegido las siguientes calles: Eje Central Lázaro Cárdenas en el cruce con Av. Madero (Centro histórico de la ciudad), Insurgentes a la altura de su glorieta, en el crucero con la calle de Puebla (zona de gran afluencia por la proliferación de oficinas y comercios), y Periférico en el cruce con Reforma. Esta último punto cambió en razón a que se trata de un vía de alta velocidad en la que no se detienen los automovilistas además de que resultaría muy peligroso para el observador realizar el trabajo de campo. De esta manera, se buscaron otras avenidas que cumplieran con las características de interés para la investigación: que presenten una alta afluencia de automóviles a determinadas horas pico; que sea de alguna manera representativa para la movilidad en la ciudad, es decir, que comunique amplios tramos de la misma; que cuente con comercio informal en el cruce elegido.
Finalmente se eligió al sur de la ciudad, la avenida División del norte en el cruce con Miguel Ángel de Quevedo. Ambas vías presentan una alta concentración automovilística sobre todo en la mañana y en la noche. La avenida División del norte cruza desde el sur de la ciudad hasta llagar a Insurgentes norte y es usada en ocasiones como vía alterna a Tlalpan, otra de las avenidas (vía rápida) más importantes de la ciudad.
Uno de los primeros resultados que me sorprendieron fue el no encontrar tanto comercio informal en los cruces elegidos como se esperaba. Desde que realizo mis estudios de maestría en la EHESS resido en París y por lo tanto no había sido completamente testigo de las transformaciones del Distrito Federal en los últimos dos años. Tenía consciencia de que el actual gobierno de la ciudad había implementado operativos para remover a los vendedores ambulantes de las calles, pero francamente no esperaba que funcionara pues este comercio es de suma importancia a lo largo del país. De esta manera, al llegar a mi primer cruce, el Eje Central y Madero, fue alta mi sorpresa al descubrirla libre de vendedores entre los automóviles. Sin embargo, algunos pocos se encuentran aún en las banquetas que ladean estas avenidas. Lo mismo ocurrió en la glorieta de Insurgentes, aunque en esta zona hay una mayor proliferación de puestos de comida en las banquetas. Otro elemento en común de estas avenidas ha sido encontrar frecuentemente policías de tránsito que buscan agilizar la vialidad.
La importancia de los vendedores ambulantes proviene de distintos ámbitos. Por un lado son testigos de lo que acontece en las calles día a día. Por otro, ellos también propician el entorpecimiento de la circulación al ser distractores de los automovilistas quienes se detienen a comprar los productos y por lo tanto no avanzan con la misma fluidez y atención. Finalmente porque ellos mismos forman parte del escenario urbano cotidiano e interactúan con los automovilistas, recorren las avenidas y hacen de estas su sustento económico y de supervivencia. Es importante destacar que dentro de los vendedores ambulantes estoy considerando también a las personas que piden limosnas, que limpian los parabrisas de los coches o que realizan malabares o cualquier tipo de espectáculo a cambio de dinero.
Este primer mes ha sido principalmente para la ubicación dentro del espacio observado. Sobre todo, se ha tratado del trabajo etnográfico y de la adaptación a las circunstancias no previstas. Se trazó un mapa ubicando los principales establecimientos, el tiempo de duración de los semáforos, los carriles destinados a los automovilistas y los destinados al transporte público, los principales productos ofrecidos entre los automóviles y a los costados de las calles, los actores encontrados, entre otros elementos. Se ha llevado un registro fotográfico a cada visita que ha ayudado a capturar algunos elementos que han escapado al cuaderno de notas. En cada visita se ha anotado las características básicas, como hora, estado de la circulación (fluidez de las avenidas), clima, factores que pudieran afectar el tránsito (como puentes vacacionales), entre otras características. Así mismo, se ha buscado tener un primer acercamiento con los actores de los cruces, como policías de tránsito, vendedores ambulantes y peatones. Este acercamiento es de suma importancia pues en el segundo periodo de investigación, que se está llevando a cabo en este momento, se implementarán los cuestionarios y las entrevistas, así que la confianza de los actores en mi será de relevancia para obtener respuestas más honestas y pensadas.
Cabe señalar mi formación es en el campo de la Sociología y el trabajo etnográfico se encuentra con mayor frecuencia dentro de la Antropología. De cualquier manera, he buscado apoyar este proceso con lecturas que me orienten dentro de este ámbito, por lo que puedo señalar que uno de los primeros retos del observador es la interacción con el terreno. El pasar desapercibido es casi imposible y esto presenta ciertas ventajas pero también retos, sobre todo porque puedo percibir cierta desconfianza de los policías de tránsito quienes supongo temen ser juzgados por el desempeño de sus labores. Por otro lado ha habido gente que saluda a la cámara, que se acerca a mí para preguntarme lo que estoy haciendo y para platicarme sus propias experiencias sobre el tráfico y otros que simplemente huyen en cuanto ven que pueden ser fotografiados.
Considero que otra de las etapas naturales dentro del terreno es el replanteamiento de los objetivos y metas de la investigación. Antes de acceder al terreno se había propuesto dentro de las hipótesis que las actividades de los automovilistas han cambiado en el transcurso de los años, en razón de los cada vez más largos periodos de espera en los embotellamientos. Sin embargo, he de decir que la mayoría de los comportamientos que hasta ahora he encontrado los he observado desde hace varios años, como gritos entre automovilistas, uso desmedido del claxon, uso de teléfono celular, el consumo de alimentos y bebidas, entre otros. Sin embargo, valdrá la pena comparar los resultados al aplicar los cuestionarios y entrevistas, pues hay gente que ha sido conductora desde hace mucho más tiempo que yo o que es testigo permanente de esta realidad. Por otro lado, es cierto que las actividades van variando dependiendo de la hora del día. Por ejemplo, la venta y lectura de periódicos es mucho más frecuente en las mañanas que en las tardes, pues para este momento solemos ya estar informados de las noticias diarias.
Dadas las circunstancias no previstas como la falta de vendedores ambulantes en dos de los puntos de observación, he decidido ampliar la población de estudio y aplicar los cuestionarios a otros actores encontrados ahí, como a los policías de tránsito.
Considero que cualquier trabajo de investigación sufre adaptaciones una vez entrados en el, pues evidentemente la teoría se enfrenta a la práctica y aquello que se pensaba que sucedería no necesariamente ocurre. De esta manera, tomé dos decisiones para ampliar el rango de mi investigación. La primera es registrar otros embotellamientos que encuentre en el transcurso a mis actividades cotidianas, con el fin de comparar, contrastar y aprovechar otros puntos caóticos de la ciudad. La segunda será el abrir un blog o correo electrónico en el que los automovilistas y/o viajeros de esta ciudad puedan platicar sus propias experiencias del tráfico en la ciudad.